viernes, 20 de mayo de 2016

REFLEXIONES


Leyendo algunos de los muchos comentarios que circulan en las comunidades virtuales de este curso masivo, observo que en el ámbito de los servidores públicos (llamados funcionarios, en la mayoría de las ocasiones con carácter peyorativo) existe la convicción de que la propia Administración es la que impide con su rígida estructura que se puedan llevar a cabo prácticas de innovación.

Se comenta con carácter general la implantación de cambios principalmente en temas como la formación y la movilidad de los funcionarios y, como no en el ámbito de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Creo que tradicionalmente los trabajadores, en todos los sectores, nos instalamos con facilidad y sin mucha dilación en la inercia del “a donde fueres haz lo que vieres”.
Con respecto a la formación, la Administración ha impulsado o vinculado la formación de sus trabajadores con la adquisición de méritos para la promoción en la carrera administrativa. De esta forma, se ha primado dicho objetivo de rentabilidad personal sobre el valor público, es decir, el beneficio de los ciudadanos.
El aspecto más relevante, a tenor de mi experiencia, primero para el buen funcionamiento de los órganos administrativos y, segundo, para la implantación de prácticas de innovación es, sin duda, la actitud personal. Por encima e independientemente de ese anclaje negativo de la propia superorganización de la Administración, se encuentra la iniciativa de las personas intraemprendedoras. Tengo el firme convencimiento de que todos los empleados públicos estamos en condiciones de, en nuestro puesto de trabajo, implantar nuevas y mejores formas de producir los servicios públicos.
Concluyendo esta leve reflexión, decir que, no obstante las microinnovaciones que podamos llevar a la práctica de manera personal, el sector público experimentará mejoras que generen innovación cuando la población, recibiendo una educación adecuada desde la infancia, tenga consciencia de que cada uno de los ciudadanos tenemos responsabilidad en el ámbito de lo público: que el matenimiento de los equipamientos públicos depende de nosotros, que el cuidado de la salud comienza en nosotros, que el cumplimiento de las obligaciones tributarias es responsabilidad nuestra, etc...
Siempre ha resultado y continúa resultando muy sencillo responsabilizar a los otros e instalarnos en la comoda posición de la crítica indiscriminada y profesional en la que los demás siempre tienen la culpa de todo y todo lo hacen mal, quedando nosotros siempre libres de pecado.

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